Una de nuestras ofertas son los Grupos de Diálogo. Se trata de espacios conversacionales con una metodología aparentemente sencilla que favorece que se den conversaciones que los participantes viven como ricas, interesantes, reveladoras, nutritivas, didácticas… Gracias al clima que se crea, a los vínculos que se establecen y a la intervención de la persona facilitadora, se hace altamente probable pasar de monólogos sucesivos, de pseudodiálogos, de intervenciones magistrales, de charlas con poca transcendencia… a unos diálogos relevantes.

Se crean unos vínculos novedosos en los que las personas participantes enseñan [trocitos de] su mundo al “Otro” que en el mismo fenómeno sorprendentemente descubre algo sobre su propio mundo. Poco a poco, se van adquiriendo habilidades para dejar un espacio libre –silencioso– que nos permita tomar perspectiva para mirar. Y poco a poco aprendemos a mirar el mismo mundo con otros ojos. En absoluto esto lleva implícito tener que cambiar de punto de vista. Tan solo aprendemos a salir ahí fuera desprovistos de nuestras defensas y prejuicios; escuchamos y volvemos adentro pudiendo, o no, tener interés en incorporar lo que hemos vivido. Siempre se persigue establecer este movimiento de flujo y reflujo.

No estamos hablando de nada necesariamente excepcional, sino tan solo “experiencias relevantes de nuestra condición humana, relativas a nuestra propia identidad, a nuestra relación con los demás, o a nuestra búsqueda de sentido” (Josep M. Esquirol. Uno mismo y los otros).